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  1.  

¡Cerrad los ojos!…

 

Ojos que no ven…
 
 
Dolor vicioso con afán dorado
clavándose a mi cuerpo como daga:
por las ventanas de este rostro vaga
su sombra, siendo el sueño más osado.
 
Quiero, al cerrar mis ojos, eso alado
que quite del ensueño lo que embriaga:
borrar la magia que a mi mal propaga
en hálito de un sueño deseado...
 
Los dones vienen con el viento, en pira
de placer o dolor, serán presente.
¡Cerrad los ojos! Que el cristal admira
 
las aguas claras que en azar es fuente.
¡Ah razón! Si razón, no se le mira...
No estruja un corazón si no la siente.

 

Poemas a discreción, Los cuentos del abuelo

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Poemas a discreción
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