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Las personas hacen de todo para conseguir el amor de las personas que aman y muchas veces por timidez no declaran su amor, siendo que así como aman también son amados. Viviendo en desasosiego.

Hechizo de Amor.

 

.

Hoy visité al maestro, ese al que llaman brujo,

buscando un buen brebaje, una pócima o ungüento.

mi corazón no duerme, tan solo está pensando,

mi boca ya no habla pues siempre está en silencio.

-Te daré algo sencillo- Muy simple dijo el viejo.

-Aunque debo decirte, ¡que una advertencia tengo!,

que el hechizo de amor, es el de los más complejos.

Que la tienes que amar mucho, más que a tu universo,

porque la magia puede matar con solo celos.

Ya que el hechizo es puro y les cambia siempre el cielo

-¡La Amo!..., y con mi grito, se ensordeció su templo.

El hombre bien miró mi desconsolado aspecto

de una bolsa muy vieja tomó un polvo hacinado,

después una manzana de un escarlata hermoso

y haciéndole un buen hueco, semillas le quitó,

pregunta... -¿Quién es ella?-  le conteste -María

Y tomando un papel lo elevó mirando al cielo.

diciendo de conjuros ahí anotó su nombre,

el polvo y el papel se insertaron en el hueco,

de rojo recubriendo poniendo mucho esmero,

y me pidió después con palabras muy pausadas.

-Una prenda de ella, que suela siempre usar,

-un listón amarillo con mi pesar le di,

diciendo -Siempre junta con él sus bellos rizos.

Después tendió unas frases y al tiempo del conjuro.

cubría la manzana muy bien con el listón.

-Está listo- diciendo -faltando un menester.

si quieres la mujer, debes dársela a probar.

Corriendo como un loco fui rápido a encontrarla,

y la busqué por calles, por parques, por plazuelas

y la encontré rezando pidiendo en un altar.

Su pelo bien cubierto, cubierto por su chal.

Con sus manos al pecho mirada muy serena,

sostiene así mi foto con  palmas apretadas,

pidiendo bien lo mismo, lo que quería yo,

suplica en su silencio le de mi corazón.

Me siento un alcornoque, mas ella me descubre

se siente ya pillada, se azora y sale huida.

Le di alcancé al momento, tomándola del brazo.

Y diciéndole -Té amo- sus ojos de  suspenso,

muy cerca de mi rostro, buscaban mi sonrisa

y como su respuesta, me atiza un largo beso.

 

 

 

Moreno Hurtado                03/05/14

Poemas a discreción, Los cuentos del abuelo

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