Un día paseando por los viejos caminos de mi ciudad natal, llegue a un lugar que es muy especial para mí; Es un café que sigue como cuando yo lo visitaba siendo estudiante, como si el tiempo no pasara; Todo estaba igual. Ahí fue donde declare mi amor por primera vez y aunque les parezca extraño… tenía 16. Estaba mirando un viejo cuadro replica de Van Gogh que tenia margaritas y amapolas, sumido en mis pensamientos y recuerdos; Cuando en una radiola de esas que ya casi no existen comenzó a tocar una melodía de aquel entonces… Me hizo girar la cabeza para ver quien la había puesto y vi a una joven de escasos 15 años, se miraba triste; Después ella se sentó frente a un joven más o menos de su misma edad que la miraba serio, pero su mirada se confundía entre ella y el anuncio del viejo aparador del café; Que se podía ver a través de los grandes cristales. Ella no le soltaba la mano y le buscaba sus ojos mientras que su boca parecía suplicar, él rehuía la mirada de ella y parecía impávido; toda la escena me pareció un rompimiento amoroso.
Así fue como me dio por escribir estas letras…Pensando en que pasaría si ellos un día se volvieran a encontrar…
No quiero...
Recuerdas aquel “mi amor de verano”,
como quisiera despertar de nuevo
escuchando la música de aquel gitano,
te quiero olvidar pero no me atrevo…
Amor de chiquillos algo ya lejano.
Recuerdas aquel campo de margaritas,
donde confundías tú las flores
cerrando los ojos, percibiendo olores;
De mi fresca sonrisa decías y mi cara bonita.
Recuerdas que nunca quisiste una estrella
ni siquiera aun la más brillante,
porque eran solo un reflejo
de mi sonrisa alegre,
como un hermoso lucero…, alegre y constante.
Como quisiera despertar de nuevo
mirando tú sueño
de hombre maduro, de niño risueño
y escuchar de nuevo; De ti, aquel te quiero.
¡Ah!… como quisiera decirte de nuevo...
Cuanto te amo
y no te he podido olvidar,
tan solo…; Tan solo porque yo no quiero.
Mortado 04/23/2014
Poemas a discreción, Los cuentos del abuelo